Las familias son la tierra que hay que regar y al mismo tiempo la semilla que hay que sembrar para enriquecer el mundo con verdaderos testigos creíbles de la belleza del amor. Que sea restablecida la santidad, en especial en los matrimonios cristianos: he ahí la esperanza. “Son –estos hombres y estas mujeres tan valientes– un recurso esencial para la Iglesia, también para todo el mundo. Que Dios los bendiga mil veces por esto”19. Recemos y trabajemos por esa primavera de familias cristianas, comprometidas con la santidad, en y a través de su matrimonio y su familia, nunca en paralelo, o a pesar de…. “Estamos llamados a ser santos precisamente viviendo con amor y ofreciendo el propio testimonio cristiano en las ocupaciones de cada día. Y cada uno en las condiciones y en el estado de vida en el que se encuentra… ¿Estás casado? Sé santo amando y ocupándote de tu marido o de tu esposa, como Cristo lo hizo con la Iglesia… ¿Eres padre o abuelo? Sé santo enseñando con pasión a los hijos o a los nietos a conocer y a seguir a Jesús” 20… El Papa pone más ejemplos, que llama “pasos de santidad”, en los que nos espera Dios: “Es la invitación a compartir la alegría del Señor, a vivir y a entregar con gozo cada momento de nuestra vida, convirtiéndolo al mismo tiempo en un don de amor para las personas que están a nuestro alrededor. Si comprendemos esto, todo cambia y adquiere un significado nuevo, un significado hermoso, un significado comenzando por las pequeñas cosas de cada día”.