Los meses del verano están marcados por fiestas de la Virgen María. En
julio, el 16 es la Virgen del Carmen; en agosto, el 5, nuestra Señora de las
Nieves, el 15, la gran fiesta de la Asunción, el 22, santa María Reina; en
septiembre, el 8, la Natividad de la Virgen, el 12, el Dulce Nombre de
María, el 15, la Virgen de los dolores y el 24, la Virgen de la Merced.
Pensaba, dice Alberto García-Mina Freire, que conmemorar con cariño estas
celebraciones de nuestra Madre agradará a Jesús, y nos brindará, a través de
la que es hija, madre y esposa de la Trinidad, las gracias que necesitamos
para crecer en su amor, y ser como María, «la primera y la más perfecta
discípula de Cristo».
Para facilitar vivir un verano acompañando a la Virgen expondré la historia
y algunas ideas acerca de las fiestas antes señaladas. No de todas, me
centraré en dos: en la Virgen del Carmen y en el Dulce Nombre de María. El
telón de fondo será el Año de la Oración, preparación del Jubileo del 2025.