El domingo 21 de enero, V Domingo de la Palabra de Dios, al acabar el
Ángelus, el papa Francisco inauguró oficialmente el año de preparación del
Jubileo del 2025. «¡Queridos hermanos y hermanas! Los próximos meses nos
conducirán a la apertura de la Puerta Santa, con la que comenzaremos el
Jubileo. Les pido que intensifiquen la oración para prepararnos a vivir bien
este acontecimiento de gracia y experimentar la fuerza de la esperanza de
Dios. Por eso comenzamos hoy el Año de la Oración, un año dedicado a
redescubrir el gran valor y la absoluta necesidad de la oración en la vida
personal, en la vida de la Iglesia y en el mundo».
Es bueno percatarse que un jubileo es un tiempo de gracia que Dios nos
regala a través de su Iglesia. Un tiempo propicio para volver a Dios. El
cristiano es un peregrino hacia Dios.
«Un día vivido sin oración corre el riesgo de transformarse en una
experiencia molesta o aburrida: todo lo que nos sucede podría convertirse
para nosotros en un destino mal soportado y ciego». Estar con Jesús nos
cambia la mirada y nos enfrenta a la realidad con fuerzas nuevas: «el camino
cotidiano, incluidas las fatigas, adquiere la perspectiva de una <vocación>.
La oración tiene el poder de transformar en bien lo que en la vida de otro
modo sería una condena; la oración tiene el poder de abrir un horizonte
grande a la mente y de agrandar el corazón». La oración nos pone a la mano
el poder del Espíritu Santo para actuar y no fugarnos de las propias
responsabilidades. No es un sedante que nos inmoviliza, sí un quitapesares
que nos consuela y fortalece, que nos levanta y pone en marcha. El
peregrinar se hace más amable con la oración.